Hace ya 20 años, la Asamblea General empezó a preocuparse por la cantidad de afectados que estaba teniendo el Síndrome de InmunoDeficiencia Adquirida (SIDA), exigiendo a aquellos con el poder suficiente para tomar el liderazgo necesario para cumplir los compromisos que se adoptaron en esa fecha para erradicar esta enfermedad.

A día de hoy, sigue creciendo el número de infectados (alcanzando ya la cifra de 41 millones de personas, el equivalente a toda la población española),sobre todo en el Tercer Mundo. La culpa de ello se reparte entre las Industrias Farmacéuticas que por amor a ese Dios verde no suministran los medicamentos para ayudar a paliar esta enfermedad entre los más afectados por ella, y los países que no hacen lo suficiente por informar sobre los riesgos de contagio y miran a otro lado mientras a manos llenas obtienen maletines de dudosa procedencia.
Muchos, a pesar de toda la información que se dispone, no saben aún en qué consiste ni cómo se transmite la enfermedad. Por ello, se evita a todo aquel que tenga el valor suficiente de confesar que la posee. Formas de contagio hay dos: sangre y sexo sin precaución. El besar, tocar y abrazar no trasmite más que cariño y afecto hacia esa persona que sufre en silencio el odio de animales sin sentimiento.

Y para terminar, dos frases que deberían hacer pensar a muchos:
"Muchos queremos ser médicos, maestros; yo quiero ser cantante, pero lograr esos sueños será posible cuando nos aseguren medicamentos, cuando nos acepten en los centros educativos y crecer en un ambiente sin violencia, estigma y discriminación"
Karen Dunaway. Enferma hondureña de VIH-SIDA.
“Algunas personas padecen cuádruple discriminación: por ser pobres, por su preferencia sexual, por su nacionalidad y por estar enfermos de VIH-SIDA”
Abel Pérez Rojas (1970-¿?). Educador e investigador mexicano.
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